Todos fuimos creados con la capacidad de vincularnos, tenemos la libertad de elección absoluta y somos los únicos responsables por nuestra felicidad. Sin embargo, esta realidad parece una utopía cuando se contrasta con las estadísticas de divorcios, problemas de pareja, familiares, relacionales y laborales que a diario vemos en la sociedad. Esto nos obliga a preguntarnos: ¿qué pasa con nosotros?, ¿qué está impidiendo realmente nuestra felicidad?
De todas las actividades que caracterizan la experiencia humana, la habilidad para relacionarnos, expresar sentimientos y emociones, suele ser una de las más importantes, ya que, en esencia, fuimos creados para vivir en armonía y en comunidad.
Los seres humanos desarrollamos nuestra vida emocional y relacional a partir de cinco esferas relacionales básicas: nuestra relación con Dios, con nosotros mismos, nuestra familia, amigos y con la naturaleza.
De alguna manera, cada uno participa de forma consciente o inconsciente en relaciones basadas en el miedo, es decir, cada uno reaccionará a las acciones de los demás a partir de sus propios miedos, o desde la consciencia del amor real.
Esto podemos resumirlo en la frase “los demás sólo son un espejo”; cuando buscamos desesperadamente el amor en otros y no lo conseguimos comenzamos a culparlos por nuestra infelicidad y justificamos nuestra incapacidad de amarnos.
Cada área de nuestras vidas la podemos asumir desde el amor o desde el miedo, este último puede ser sumamente peligroso a la hora de involucrarnos con alguien más, pues hace surgir nuestras defensas emocionales activando nuestro ego, el cual nos hace pensar que somos lo que hacemos o tenemos y que debemos parecer en vez de ser.
Si nos relacionamos a partir de lo que quisiéramos ser, obtendremos como resultado alguien absolutamente igual.
Por estas y otras razones debemos ser asertivos y trabajar de forma consciente nuestra vida relacional. A continuación algunas sugerencias útiles.
- Trabaje su relación con Dios y con usted mismo, pues sólo cuando estamos espiritual y emocionalmente estables de forma personal podremos estar bien con alguien más.
- Trabaje su estima personal.
- Acepte que la pareja perfecta no existe, que es sólo el fruto de un aprendizaje social disfuncional, por el contrario, las parejas saludables son fruto del esfuerzo continuo de los cónyuges de amar de forma libre e incondicional cuidando los detalles.
- Preste atención a sus emociones, qué es lo que realmente siente y por qué.
- Practique la comunicación asertiva.
- Enfoque su felicidad en el trabajo personal, evite tratar de ser feliz cambiando a los demás.
- Acepte los cambios personales inesperados como parte normal de la vida y las relaciones. Sea flexible.
- Practique el dar y recibir afecto de forma consciente y en gratitud.
- Fomente los momentos exclusivos sobre la base del respeto, la tolerancia y el humor.
- En caso de dificultades relacionales persistentes, dese la oportunidad y busque ayuda de un profesional psicólogo o terapeuta familiar o de pareja.