Te has detenido a pensar que las situaciones violentas que aparecen en los periódicos, escuchamos en la radio o en las calles y que a diario vemos en televisión tiene mucho que ver con el nivel de inteligencia emocional y de conciencia espiritual de cada persona.
Levantarse en las mañanas y encontrarse con los resultados alarmantes del aumento de la violencia intrafamiliar, los casos de feminicidios, las disputas violentas entre pandillas y aunque parezca increíble los conflictos escolares, es para algunos algo natural, como parte del pan diario de cada día.
La violencia, es toda forma de daño o agresión causado por uso del poder o la fuerza física, las agresiones verbales, el maltrato emocional y el abuso sexual o económico.
Existen varios tipos de violencia, que van desde el maltrato infantil hasta la violencia de género, siendo esta ultima una de las más comunes en nuestro país.
La naturalidad con la que a veces reaccionamos frente a esta realidad puede ser un indicador alarmante del estado de ignorancia sobre temas emocionales que a veces demuestra nuestra sociedad, si realizáramos una encuesta sobre el tema de la violencia, posiblemente nos encontraríamos con el resultado de que una gran parte de la población conoce la definición clara de violencia, su clasificación y claro una buena parte de sus consecuencias. Sin embargo, pocos están conscientes de que en todo acto violento hay emociones de miedo, ira y tristeza involucrados.
La violencia está escondida en nuestras respuestas emocionales diarias, y la podemos apreciar en muchas formas, pregúntate que siento cuando estoy en un tapón atascado en el tránsito y luego como actuó. Los rebases y la desesperación al conducir evidencian altos niveles violencia, las agresiones infantiles, los conflictos escolares, la forma en que tratamos de pasar a otros en la fila de supermercado y la insistencia con que tratamos al personal de los hospitales y lugares de servicios públicos revelan nuestros niveles de vulnerabilidad emocional.
Demuestra que estamos entrenados para reaccionar sin pensar, esto se nota en la forma como respondemos ante las noticias de violencia lejos de mostrar alarma, pareciera que el morbo es lo más natural. Debemos detenernos a reflexionar de forma responsable y consiente sobre nuestros sentimientos y emociones.
Reconocer que nuestras emociones son respuestas adaptativas que generan sentimientos y a su vez modifican nuestro estado de ánimo y nuestra respuesta conductual, ayuda a evitar la violencia, por lo tanto, debemos reconocerlas, (saber que estoy sintiendo), asumirlas (esto es) y por último, gestionarlas(actuar).
La solución a los problemas de violencia puede estar posiblemente en el análisis consiente de nuestro manejo emocional, nuestra rutina diaria y nuestro estado espiritual. Es tiempo de aplicar una regla básica y efectiva frente a la violencia.
Todos somos parte del planeta como un todo, debemos mejorar nuestro desempeño emocional y despertar nuestra consciencia espiritual entendiendo que el mal de uno es el mal de todos. y que si no asumimos nuestra parte entonces somos corresponsables de todo el mal social que la violencia genera. Solo se puede vencer el mal con el bien (la Biblia).
Recuerda el mal solo puede ser vencido desde la conciencia del bien, para evitar la violencia, educarnos en el amor es la cura.Cada día de tu vida aplica esta rutina:piensa, siente, respira, ama y actúa.